La Black History es una historia intrínsecamente ligada a la lucha, la resistencia y la organización frente a la vigilancia y la opresión de los gobiernos. Aunque programas de vigilancia gubernamental estadounidenses como COINTELPRO son ahora más conocidos, no lo son tanto las formas con las que la comunidad negra ha contraatacado, desarrollando intrincadas redes y comunicaciones dirigidas a evitar la vigilancia.
La red fronteriza: un sistema en la sombra
La trata transatlántica de esclavos fue una época oscura y cruel en la historia de gran parte de América. Los horrores de la esclavitud, de hecho, siguen hoy proyectando su sombra a través del racismo sistémico. Y uno de los mayores obstáculos a los que se enfrentaban los africanos esclavizados cuando intentaban organizarse y luchar era la estrecha vigilancia a la que estaban sometidos, además de haber sido separados, maltratados, torturados y llevados a una tierra extranjera para trabajar gratis hasta su muerte. A menudo hablaban idiomas distintos entre sí, con culturas y creencias diferentes, por lo que organizarse en estas condiciones parecía imposible. Sin embargo, incluso en estas condiciones —extrema vigilancia incluida— desarrollaron formas de lucha. En gran parte ello se debe a la brillantez de estos africanos que utilizaron todo lo que tenían a mano para desarrollar comunicaciones entre ellos bajo condiciones de esclavitud. La lucha actual es un reflejo de gran parte de esta historia desarrollada a lo largo de los encuentros con la censura y la vigilancia autoritaria.
“Parece que los blancos del sur no duermen mucho por las noches. Están pendientes de los fugitivos y de ver si aparece entre los suyos algún otro esclavo, o si sus esclavos se van entre otros”. – Antigua fugitiva(Slavery’s Exiles, de Sylviane A. Diouf)
Como relata Sylvane Diouf en el libro Slavery’s Exiles, la esclavitud no sólo fue catastrófica para muchos africanos, sino que, afortunadamente, nunca fue una época tranquila para los propietarios y capataces blancos. Las personas capturadas en África y llevadas a América rara vez daban una noche de descanso a sus captores. La rebelión, la resistencia y el sabotaje individual formaron parte de la vida cotidiana de este terrible período, con la libertad siempre como objetivo. Y con este objetivo de fondo fue como se desarrolló una intensa historia de comunicaciones secretas, astucia e inteligencia.
Los fugitivos solían regresar a las plantaciones por la noche durante años sin ser detectados ni percibidos, sobre todo para mantenerse en contacto con la familia o transmitir información. Diouf cuenta el caso de un matrimonio que tenía un sistema de señalización sencillo pero eficaz: la esposa colocaba una prenda en un lugar concreto, visible desde el escondite del marido. Si era demasiado oscuro para ver, Ben y su esposa (cuyo nombre se desconoce) disponían de otros recursos. Por ejemplo, encender una luz brillante durante unos instantes a través de las grietas del habitáculo, y luego repetirlo tres o cuatro veces en intervalos de dos o tres minutos.
Los fugitivos de proximidad eran conocidos como “Cimarrones de la Frontera” (Borderland Maroons), que creaban estrechas redes de comunicación entre plantaciones. La información —como, por ejemplo, la del importe de la recompensa por la captura y el castigo de un fugitivo—, viajaba rápidamente a través de la red de los Cimarrones de la Frontera. A partir de esta información, muchos de ellos decidían si se alejaban por completo o se quedaban más tiempo para reunir a más gente. Los antiguos delegados de Georgia en el Congreso Continental explicaban que:
“Los negros tienen un increible sistema propio de inteligencia que en una semana o quince días puede llegar a recorrer varios cientos de millas.“
Para los fugitivos, estas redes podían significar el mantenerse al margen del cautiverio durante años, de ahí la capacidad que desarrollaron para conservarlas entre las personas esclavizadas. Los cocheros, los carreteros, los barqueros y otras personas que tenían permiso para moverse fuera de las plantaciones eran la columna vertebral de la cadena de inteligencia. Funcionando en la sombra de las tierras fronterizas, esta red era el punto de entrada para organizar a los posibles fugitivos. Incluso si alguien era capturado, podía volver a recurrir a ella más adelante. Nadie descansaba ni dormía. Como cuenta Diouf, para los esclavistas, mantener un alto nivel de vigilancia requería muchos recursos y este hecho era bien aprovechado por los esclavizados.
La abuela Moisés
Seguramente la gran maestra de las comunicaciones secretas más famosa de este periodo es la venerable Harriet Tubman (1813-1920), popularmente conocida como Grandmother Moses (la abuela Moisés). Su carácter y tenacidad son de sobra conocidos, y su eficaz planificación y notable intuición fueron responsables de la fuerza que alcanzó el Ferrocarril Subterráneo.
La doctora Bryan Walls explica que Tubman se comunicaba verbalmente y por escrito a través de un lenguaje sencillo basado en metáforas:
- “pistas”: rutas fijadas por simpatizantes abolicionistas
- “estaciones” o “depósitos”: escondites
- “conductores”: guías del Ferrocarril Subterráneo
- “agentes”: simpatizantes que ayudaban a los esclavos a conectarse al ferrocarril
- “jefes de estación”: los que escondían a los esclavos en sus casas
- “pasajeros”, “carga”, “vellón” o “flete”: esclavos fugados
- “billetes”: indicaban que los esclavos viajaban en el ferrocarril
- “accionistas”: colaboradores económicos que financiaron el Ferrocarril
- “la calabaza para beber”: la Osa Mayor. Una estrella de esta constelación apuntaba a la Estrella Polar, situada en un extremo de la Osa Menor
El ejemplo más famoso de comunicación verbal en las plantaciones fue el uso de canciones. La historia oral y la narración de cuentos era una tradición muy arraigada entre las personas esclavizadas y una forma de “esconderse a la vista”: Tubman contaba que ella cambiaba el ritmo de las canciones para indicar si era seguro salir o no.
La afirmación más conocida de Harriet Tubman es que “nunca perdió un pasajero”. Y esto no solo fue cierto respecto a la liberación de esclavos, sino también cuando actuó como espía durante la Guerra Civil ayudando al bando de la Unión. Como primera y única mujer que organizó y dirigió una operación militar durante la Guerra Civil, consolidó su reputación como experta en espionaje. Su información era tan detallada y precisa que en diversas ocasiones salvó de sufrir daños a las tropas negras de la Unión.
Muchas de estas tácticas no se pasaban por escrito, sino que se transmitían verbalmente: los negros tenían prohibido leer y escribir. Era un riesgo letal, por tanto, escribir los habituales textos cifrados para comunicarse.
La lengua como resistencia
Aunque al principio el idioma fue una barrera y la comunicación por escrito quedaba descartada, con el tiempo el inglés se impuso a los africanos esclavizados y, paralelamente, muchos encontraron una forma de comunicarse entre ellos a través de la creación por su cuenta de una lengua totalmente nueva: el criollo. En toda la diáspora africana, hay muchos tipos diferentes de idiomas criollos. Estos no sólo sirvieron para comunicarse y desarrollar un “hogar” lingüístico para sus parlantes, sino también para pasarse información los unos a los otros bajo la atenta mirada de los supervisores.
“El clero anglicano informaba de que los africanos hablaban poco o nada de inglés pero aun así se quedaban en grupos conversando entre ellos en “lenguas extrañas”. (Lorena Walsh 1997:96-97, Notes on the Origins and Evolution of African American Language)
Por supuesto, la resistencia contra la esclavitud no sólo se produjo en Estados Unidos. También se dio en América Central y en América del Sur. Bajo la vigilancia de los dominadores, muchas tácticas tuvieron que idearse rápidamente y planificarse bajo la mirada de la supremacía blanca. Los quilombos —los “cimarrones” de Brasil— desarrollaron una forma de lucha contra el dominio portugués de la época:
“Ante la prohibición de celebrar sus costumbres y la estricta prohibición de practicar cualquier arte marcial, se cree que la capoeira surgió como una forma de saltarse estas dos autoritariasleyes”. – Disguised in Dance: The Secret History of Capoeira
Las rebeliones de Jamaica, Haití y México surgieron de una profunda planificación. No fueron producto simplemente, como a veces se las describe, de una rabia espontánea y legítima contra los opresores. Se ha documentado que algunas rebeliones, como la Guerra de Tacky en Jamaica, se prepararon a lo largo de más de un año antes de dar el primer golpe.
Comunicación moderna, subversión y elusión: la radio y las líneas telefónicas WATS
A medida que la tecnología avanzaba, los oprimidos se adaptaban. Durante el apogeo del Movimiento por los Derechos Civiles, la radio se convirtió en herramienta fundamental para informar a los partidarios del movimiento. Las iglesias funcionaron como centros de reunión al margen del culto y, en ellas, la radio servía para emitir señales y pasar información vital. Como señala Brian Ward en Radio and the Struggle for Civil Rights in the South, esta información se transmitía también de forma encubierta. Por ejemplo, informando de los atascos para indicar los controles policiales.
La radio puso la información al alcance de quienes no podían permitirse los periódicos o quienes no tenían acceso a la alfabetización debido a las leyes de Jim Crow. Los DJs negros transmitían información sobre las protestas, la desinformación y los controles policiales. Mantener informada y lo más segura posible a la comunidad se convirtió para estos DJs en una misión paralela a la de la música y los llevó una implicación cívica que se tradujo dar detalles sobre las protestas o ayudar a los nuevos votantes negros a entender el procedimiento y el sistema de votación. La radio se convirtió en un lugar central para entrar en un mundo diferente más allá del de Jim Crow.
Los Servicios Telefónicos de Área Amplia (WATS, por sus siglas en inglés) también se convirtieron en una herramienta vital para el Movimiento por los Derechos Civiles. Sirvieron para difundir información en momentos clave que a menudo eran sinónimo de vida o muerte. Para eludir el monopolio de las telecomunicaciones del Sistema Bell (“Ma Bell”), que sólo empleaba operadores blancos y estaba en connivencia con las fuerzas del orden, las organizaciones de derechos civiles más cruciales utilizaron las líneas telefónicas WATS. Se trataba de números que correspondían a líneas dedicadas y de pago, como los números 800. Se conectaban directamente con organizaciones como el Comité Coordinador Estudiantil No Violento (SNCC), el Congreso de la Igualdad Racial (CORE), el Consejo de Organizaciones Federadas (COFO) y la Conferencia de Liderazgo Cristiano del Sur (SCLC). Las bases de estas organizaciones tenían nombres en clave para transmitir información a otra base, ya sea por WATS o por radio.
Observar la actualidad: la vigilancia inversa
Mientras las comunidades negras y otras comunidades marginadas siguen luchando por comunicarse al margen de la vigilancia, ya contamos con herramientas digitales que pueden ayudar. Gracias a la disponibilidad de los sistemas de encriptación, podemos realizar comunicaciones protegidas para el envío de información sensible. Por supuesto, hoy en día no todo el mundo es libre de utilizar estos servicios por igual. La propia encriptación también corre el riesgo constante de ser socavada en diferentes zonas del mundo. La tecnología puede resultar nefasta y las Big Tech parecen tener puesto constantemente un ojo sobre millones de personas.
Por otro lado, al igual que los DJ del pasado, los grupos activistas actuales, como Black Lives Matter, han utilizado la hipervisibilidad generada bajo el amparo de las grandes tecnológicas para conseguir que la brutalidad policial fuera tema de conversación mainstream y formara parte de nuestra vida cotidiana. El mundo ha visto la brutalidad policial de cerca gracias a los vídeos in situ y grabaciones en directo de los teléfonos y los escáneres policiales. Bases de datos como el Atlas de la Vigilancia de la EFF cartografían cada vez más la tecnología policial de las ciudades. Y todos nosotros, activistas o no, podemos utilizar herramientas para escanear el rastreo de las comunicaciones cuando hay protestas.
La comunidad negra lleva luchando contra lo que esencialmente es la militarización tecnológica de las fuerzas policiales desde la década de 1990. Aunque la lucha continúa, hemos vivido victorias recientes, como la que está limitando o prohibiendo en muchas zonas de los Estados Unidos el uso de la tecnología de reconocimiento facial por parte de la policía. Con el apoyo de grupos de todo el país, podemos ayudar a cerrar esta ventana de vigilancia especialmente peligrosa.
La posibilidad de comunicarnos y organizarnos está arraigada en las raíces de la resistencia en todo el mundo, pero tiene una larga e importante historia en la comunidad negra de Estados Unidos. Ya sea en línea o fuera de ella, estamos vigilando públicamente a quienes han jurado servirnos y protegernos, con la esperanza de que un día podamos movernos libremente sin las cadenas de la vigilancia y la supremacía blanca. Hasta entonces, seguiremos viendo —y celebrando— el espíritu de resistencia y la creatividad de todos aquellos esfuerzos por construir y mantener un potente sistema de comunicación en medio de la vigilancia y la represión.
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Este artículo fue publicado originariamente en la web de la Electronic Frontier Foundation el 24 de febrero de 2021. El original en inglés aparecía bajo el título Coded Resistance: Freedom Fighting and Communication. La presente traducción está basada en el original inglés y en la versión en español publicada en la misma web, con algunas revisiones y modificaciones hechas por el equipo de redacción de El Teléfono Rojo, además de la introducción de un subtítulo, la entradilla e imágenes adicionales. Agradecemos a Alexis Hancock y a la Electronic Frontier Foundation que permitan distribuir todo el material que generan bajo licencia Creative Commons.